Bonnie, ese era el nombre de la niña, en honor al próximo cumpleaños número 35 decidió hacerse un hermoso regalo: corregir su apariencia y agrandar sus senos. Para ello, viajó a Corea del Sur, que es famosa por hacer maravillas en el campo de la cirugía plástica. Pero todo salió mal desde el principio.
Antes del comienzo de la operación, de repente resultó que no había anestesiólogo, por lo que la anestesia se realizó bajo la supervisión de una enfermera. Como la enfermera no tenía los conocimientos necesarios, la anestesia y su dosis se ingresaron incorrectamente; cuando el médico comenzó a realizar la operación en el pecho, Bonnie se sacudió. En lugar de detener la operación, el médico ordenó otra dosis de anestesia. Unos minutos más tarde, el nivel de oxígeno en sangre de Bonnie descendió y, un poco más tarde, murió. Cuando Bonnie entró en coma, los médicos de la clínica llevaron a la niña al hospital, donde intentaron devolverla a la vida, pero ya era demasiado tarde. El esposo de Bonnie presentó una demanda contra la clínica exigiendo una indemnización por daños y perjuicios: con la muerte de su esposa, él y su hijo común se vieron privados del derecho a una parte significativa de la herencia de la fortuna multimillonaria del abuelo de la niña, así como del derecho a una asignación mensual. Pero por ahora, el médico que operó a Bonnie sigue trabajando en la clínica.
